Cuando llegamos al caracol aquí en La Realidad, sin que nadie nos lo dijera empezamos a hablar en susurros.

Quedo hablaba nuestro dolor, quedito nuestra rabia. (Subcomandante Marcos)

miércoles, 13 de junio de 2012

La hipocresía de quienes predican moralidad.


Marcial Maciel.  (El País).

Marcial Maciel soñaba con ser proclamado santo universal... y acabará en los infiernos más profundos de su iglesia. Los últimos descubrimientos sobre la doble y exagerada vida del famoso fundador de los Legionarios de Cristo y del grupo sacerdotal Regnum Christi no dejan lugar a dudas, y eso que aún no ha concluido la investigación ordenada hace un año por Benedicto XVI. Lo que ya se sabe es demoledor. El líder de uno de los más exitosos movimientos del nuevo catolicismo no sólo fue notorio pederasta y drogadicto. También tuvo hijos -al menos cuatro, quizá seis- con varias mujeres, plagió descaradamente el libro de cabecera legionario, titulado El salterio de mis días, e impuso a toda la organización un cuarto voto de silencio para guarecerse de denuncias. Uno de sus antiguos colaboradores le acusa incluso de haber envenenado a su tío abuelo, el obispo Guízar, que avaló la exitosa carrera eclesiástica del ambicioso sobrino en el convulso México de los años treinta del siglo pasado.
Cuando el todavía cardenal Ratzinger clamó contra la "suciedad" interna en su iglesia, los cardenales se convencieron de que era el hombre a elegir. Dos días más tarde lo hicieron Papa, el 19 de abril de 2005. Fue entonces cuando se empezó a cavar la tumba del hasta entonces intocable fundador de los Legionarios. Una de las primeras medidas anticorrupción del pontífice Benedicto XVI, en mayo de 2006, le alcanzó donde más dolía. Maciel debía abandonar Roma apresuradamente, y retirarse a su México natal. También debía dejar el poder en manos de alguno de sus colaboradores. La decisión del Vaticano parecía humillante -Maciel era obligado a llevar "una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a cualquier forma de ministerio público", se le ordenaba-, pero no acalló el escándalo. Demasiado poco castigo para documentadas acusaciones de abusos sexuales en varios países. Como disculpa, Roma apeló a la edad avanzada del encausado, casi nonagenario. Maciel moriría poco más tarde, en enero de 2008, en Cotija (Michoacán, México). Asunto zanjado, suspiraron sus antiguos amigos en el Vaticano.El propio Juan Pablo II no se libraba de las críticas. Por citar sólo el caso del fundador de los Legionarios, a la mesa de trabajo del Papa polaco habían llegado durante años cientos de denuncias sobre las andanzas y desviaciones del sacerdote Maciel. El Pontífice las despreció. Maciel era uno de sus preferidos. Llenaba plazas y estadios de fútbol en los viajes del líder católico por el mundo, junto al otro movimiento de moda, el Camino Neocatecumenal del español Kiko Argüello. Aquella protección contra toda lógica amenaza ahora con ensombrecer la anunciada beatificación de Juan Pablo II, a poco que funcione la famosa y vieja figura -desaparecida como tal- del abogado del diablo en todo proceso de canonización.
Se equivocaban de punta a cabo. Además del clamor dolorido de las víctimas, que pusieron el grito en el cielo por la benevolencia de Benedicto XVI, ahora entraban en escena autoproclamados hijos y mujeres de Maciel reclamando atención y derechos. Todo empezó en Madrid, adonde Maciel venía con frecuencia, a veces discretamente. Al fin y al cabo, fue aquí donde fue recibido con los brazos abiertos en 1941, nada más fundar en México el movimiento de los Legionarios de Cristo, con apenas 20 años de edad. El ministro de Asuntos Exteriores de entonces, el democristiano Alberto Martín-Artajo, fue el encargado de introducirlo en la nacionalcatólica sociedad franquista. Hoy, los Legionarios cuentan en España con una Universidad -la Francisco de Vitoria, en Madrid-, varios seminarios y cientos de colegios, entre otras muchas propiedades.
Los primeros rumores sobre la doble vida de Maciel provocaron un revuelo morboso entre algunos legionarios, abrumados, sobre todo, por las acusaciones de pederastia, que hasta Roma avalaba oficialmente. Si su adorado fundador conoció mujer y tenía una hija, eso espantaba, según ellos, las sospechas del horrendo pecado de pedofilia. Así que lo que debía ser gestionado en sumo secreto, pronto fue un clamor público, filtrado desde dentro. Maciel no sólo tuvo aventuras amorosas, sino que en Madrid vivía una hija suya, con nombre, apellidos y un número de portal concreto en unos lujosos apartamentos de la calle de Los Madroños. La chica, ya madura -la madre murió hace años-, se llama Norma Hilda y ha pactado silencio a cambio de una pensión vitalicia. Quien selló el acuerdo y se ocupó de que la rocambolesca historia acabase ahí fue el mismísimo secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, durante una visita semioficial a España. Ocurrió en los primeros días de febrero del año pasado. El dinero no fue un obstáculo. Hace décadas que en ambientes hostiles el grupo del Maciel es conocido, con ironía, como los Millonarios de Cristo.
Animado por el éxito del apaño maquinado en Madrid, Benedicto XVI tomó otra decisión, con la esperanza de difuminar el escándalo. Ordenó que la investigación se extendiese a toda la organización. El argumento de la medida era inatacable: si el fundador legionario había llevado una vida de crápula, ¿cómo es que nadie de su entorno lo advirtió y denunció? Para encontrar respuestas, el Papa nombró a cinco "visitadores", todos ellos obispos: Ricardo Blázquez, de Bilbao (España); Giuseppe Versaldi, de Alessandria (Italia); Ricardo Watty, de Tebladpic (México); Ricardo Ezzati, de Concepción (Chile), y Charles Joseph Chaput, de Denver (EE UU). Watty inspeccionaría en México y Centroamérica; Chaput, los centros legionarios de Estados Unidos y Canadá; Versaldi, los de Italia, Israel, Corea y Filipinas; Ezzati, los de Suramérica, y Blázquez, los de Europa, con la excepción de Italia. Para facilitarles el trabajo, el Papa, único que puede atar y desatar esas cosas en la confesión católica, derogó el cuarto voto de la Constitución legionaria, que obliga a los seguidores de Maciel a confesarse sólo con sus superiores y a guardar secreto de los conflictos internos.
En un principio, la inspección ordenada por el Papa fue tomada por el sucesor de Maciel al mando de la Legión y del Regnum Christi, el también mexicano Álvaro Corcuera, como un gesto de confianza. El propio cardenal secretario de Estado, Bertone, había dado pie al equívoco en la carta en la que comunicó públicamente la decisión papal. "La visita apostólica es de fundamental importancia y merece la pena consagrarse a ella con amplitud de miras y limpio corazón. [Los legionarios] Siempre podrán contar con la ayuda de la Santa Sede para, a través de la verdad y la transparencia, en un clima de diálogo fraterno, superar las dificultades existentes", decía la carta del cardenal al sacerdote Corcuera.
Lo que no podían prever entonces ambas partes es el aluvión de noticias sobre la vida secreta de Maciel, ahora sin control posible. Para colmo, había entrado en acción un abogado de prestigio, anunciando acciones judiciales civiles, que siempre sacan de quicio a la Santa Sede. El letrado se llama José Bonilla. Uno de sus hijos fue sometido a abusos sexuales a la edad de tres años en un colegio de los Legionarios y le ganó a la Iglesia católica un juicio penal por esos hechos. Ahora representa a tres de los autoproclamados hijos de Maciel, con nombres propios y en busca de reconocimiento legal y compensaciones económicas. Se trata de tres varones, hermanos entre sí, de nacionalidad mexicana. El letrado asegura que Maciel habría tenido tres hijos más, incluida la española Norma Hilda, cuya existencia ya ha reconocido oficialmente la Legión. Otro hijo viviría en Londres, y una sexta hija se mató en un accidente de tráfico cuando iba a recoger a su padre a un aeropuerto de París. Norma Hilda, por cierto, cursó su carrera en la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid, propiedad legionaria.
Los obispos visitadores que llevan casi un año investigando en las instituciones y centros de los Legionarios de Cristo y del Regnum Christi no sueltan prenda de sus averiguaciones. Tampoco desmienten noticia alguna, y eso que se publican a diario, sobre todo en la prensa latinoamericana. Reconocen, en cambio, que los cinco prelados han sido convocados a Roma de urgencia para presentar a Benedicto XVI un primer informe de lo actuado. José Martínez de Velasco, redactor jefe de la agencia Efe y el primero que desveló los escándalos de la Legión -publicó en 2002 el libro Los Legionarios de Cristo, el nuevo ejército del Papa, y dos años más tarde, Los documentos secretos de los Legionarios de Cristo-, sostiene que la investigación está "prácticamente concluida", pese a que son muchas las personas que han solicitado ser recibidos para dar su testimonio o desahogarse.
Martínez de Velasco afirma, además, que las acusaciones de pederastia contra Maciel prácticamente no se han investigado porque estaban suficientemente contrastadas. Las primeras denuncias sobre abusos sexuales en centros de la Legión llegaron al Vaticano en la década de los años cincuenta del siglo pasado, durante el pontificado de Pío XII, paternal protector también del sacerdote mexicano. Éste había llegado a Roma avalado por su parentesco con un tío abuelo suyo, Rafael Guízar, obispo de Veracruz y en proceso de canonización por Benedicto XVI como uno de los héroes de la persecución y guerra de los Cristeros en el México revolucionario de los años treinta del siglo XX. Sin embargo, un libro publicado en México con el título El Legionario, escrito por Alejandro Espinosa, sostiene que el obispo Guízar murió envenenado con cianuro por el propio Maciel. "Guízar acogió a su sobrino en su seminario clandestino, pero la buena relación entre ambos duró hasta que el obispo descubrió que el joven Maciel le estaba pervirtiendo su seminario con relaciones sexuales con otros estudiantes. El día en que el obispo murió había tenido una discusión muy fuerte con Maciel", sostiene.
Apoyado con información de algunos testigos del suceso y con confesiones que el mismo Maciel le hizo cuando tenía con él una relación muy cercana, Espinosa armó esta hipótesis. "La muerte de monseñor Guízar no quedó esclarecida. Y cuando años después exhumaron su cadáver, se le halló incorrupto y con el pelo rojizo, tal y como deja el cianuro a los cuerpos. Pero la gente se fue por el lado del milagro", sostiene este ex legionario, él mismo sometido a abusos cuando estudiaba en el seminario que la Legión posee en Ontaneda (Cantabria). Hoy vive retirado en el campo mexicano, con estrecheces económicas y, aún, amenazado por antiguos correligionarios. En cambio, el postulador en México de la causa de canonización de Guízar, el sacerdote Rafael González Hernández, tacha de absurda la historia. "Monseñor Guízar murió en 1938 a causa de una insuficiencia cardiaca y de un ataque de diabetes. Tenía 60 años y ya era un anciano decrépito y acabadísimo, pues gastó su vida al servicio de los fieles. Efectivamente, 12 años después de su muerte, en 1950, sus restos fueron exhumados y se encontraron incorruptos", afirma.
Lo cierto es que, con informaciones de acá y de allá, más lo que le han aportado ya los visitadores, el Papa tiene datos suficientes sobre la situación de la Legión de Cristo y sobre las acusaciones contra el fundador y algunos de sus colaboradores. La decisión que adopte se conocerá el próximo marzo. Según Martínez de Velasco, el Vaticano se debate entre tres opciones: disolver la congregación, proceder a su refundación o designar un comisario pontificio que conduzca a la Legión hasta un Capítulo General de renovación total.
Desde la disolución de los jesuitas en 1773 por Clemente XIV, forzado por los reyes de Francia, España, Portugal y de las dos Sicilias -por motivos de poder, por tanto-, la Iglesia católica no se había enfrentado a un caso igual, esta vez por sucios escándalos sexuales y financieros. Benedicto XVI, él mismo acusado de no haber actuado con diligencia cuando estaba al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se enfrenta al peor momento de su pontificado, sobre todo si la investigación interna confirma una culposa pasividad de Juan Pablo II por amistad personal con Maciel.
----------------------------------------------------

Los Legionarios de Cristo en Valencia. (Levante)


ALFONS GARCÍA, VALENCIA | Los Legionarios de Cristo se desayunan cada día últimamente con nuevos escándalos sobre su fundador, Marcial Maciel (México, 1920 - Florida, EE UU, 2008). Cuando no son noticias sobre los bienes que acumuló, lo son sobre su vida: abusos a menores, mujeres e hijos secretos... Lo último: una orden ilegal de jóvenes religiosas. La condena oficial del Vaticano y la toma de control por parte de la Santa Sede, el pasado día 1, ha sido la gota final de algo para lo que la potente -y hasta ahora influyente- congregación se venía preparando desde 2006, cuando Joseph Ratzinger ordenó prisión domiciliaria (en lenguaje civil) para el anciano Maciel, que murió poco después en su plácido retiro de las costas de Florida.
La mancha amenaza con extenderse a la congregación (hay denuncias de otros casos de abusos) y ésta, con una importante implantación en la Comunitat Valenciana desde los años ochenta y que afirma vivir estos momentos en estado de shock, ha optado por no meter la cabeza debajo del ala y sí esconder a Maciel, cuyo rastro ha volado de las instituciones que este movimiento católico, de corte tradicionalista y conservador, regenta en Valencia: un seminario menor, el colegio Cumbres, dos ONG y los clubes juveniles Faro y Alpes. Entre alumnos, sacerdotes, socios de los clubes, voluntarios y miembros del Regnum Christi (el brazo laical de la congregación), más de un millar de personas en esta órbita.
Dos sacerdotes, uno español y otro mexicano, fueron la avanzadilla legionaria en Valencia a finales de los años 70. La orden, creada en 1941 en México por Maciel, llegó a Comillas en 1946 y desde allí inició su expansión hasta convertirse en una de las creaciones mimadas por Juan Pablo II (un faro para la juventud, dijo en alguna ocasión).
Los dos presbíteros sembraron su semilla y el primer fruto fue el centro vocacional (seminario menor) de Moncada, en un edificio que la congregación compró a los Misioneros Combonianos. Sólo hay otro en España, en Ontaneda (Cantabria).
El primer curso fue en 1983. Entonces, recuerda uno de los formadores veteranos, Javier Cutanda, eran más de cien alumnos; hoy, al igual que en los últimos años, son 16 (8 mexicanos, un italiano, cinco de Madrid, uno de Barcelona y otro de Salamanca). Cursan desde 3º de ESO hasta 1º de Bachillerato. El rector, Javier Cereceda, no cree que el descenso sea atribuible a los escándalos sobre "el fundador" (el nombre no sale durante toda la conversación), sino a la crisis general de vocaciones en Occidente.
Un sobrio bloque de tres alturas sobre una colina desde la que se domina el viejo e imponente seminario de la diócesis acoge en la actualidad a esta reducida población. Fotos de Benedicto XVI y del actual director general de los Legionarios, Álvaro Corcuera, dominan las estancias. Cereceda reconoce que antes había imágenes de Maciel. "No se trata de esconderlo, sino de retirar las fotos por coherencia, por no exhibir y evitar comentarios de visitantes", explican complementariamente los padres Cereceda y Cutanda, que visten un impoluto clergyman.
El rector asegura que, tras las revelaciones y las denuncias, no se han adoptado medidas especiales, aunque sí que hay mucha prevención en la elección de los religiosos formadores: que sean maduros, explica, bien conocidos por los superiores, que no se hayan visto en ningún conflicto y con una vocación nada dudosa.
Cuatro visitas de Maciel
Cereceda, cirujano de profesión y con pocos años en el cargo, afirma que no le consta que exista ninguna denuncia sobre el seminario de Valencia. Al menos, apunta, "nadie ha venido a quejarse mientras yo estoy aquí".
Cutanda, que recuerda haber visto en cuatro ocasiones a Maciel en Valencia, lo corrobora: "Llevo más de 20 años en centros y me sorprenden estas denuncias. Tal vez estoy ciego, porque no he visto nada nunca. Este asunto siempre se ha cuidado mucho, porque se sabe que la naturaleza humana tiene sus tendencias".
Patricio Cerdá, chileno afincado en Sevilla, es el secretario de la Asociación de Ayuda a los Afectados por la Legión de Cristo y sostiene que en España hay veinte denuncias por abusos. Alguna, aventura, corresponde a Valencia, pero declina cualquier dato más, pues los testimonios no lo autorizan.
El Colegio Cumbres es el gran buque educativo de los Legionarios en Valencia. Funciona desde el curso 1986-1987, cuando adquirieron el centro Guillem Tatay de Campo Olivar (Godella), una urbanización cerca de la capital. Pequeñas edificaciones se distribuyen alrededor de un amplio espacio deportivo y de recreo sobre una parcela de 5.700 m2. Un total de 673 alumnos (de 2 a 18 años y separados por sexos de los 6 a los 16) se forman actualmente en este centro privado (la tarifa mensual media por niño ronda los 300 euros), considerado uno de los más elitistas de Valencia y en cuyos listados de notas es fácil tropezarse con apellidos ilustres. "Creo que lo de elitista se dice porque es el único colegio privado católico bilingüe de Valencia", argumenta la responsable de comunicación del centro.
En estado de "shock"
Como en el seminario, el fundador es el gran ausente en despachos y salas. Sobre el escándalo, "hay padres que se interesan y otros que no". No obstante, añade, la política del colegio ha sido informar de los acontecimientos desde el principio. Esta misma semana, explica, han enviado el comunicado de la Santa Sede y el de la Legión, en el que asumía los hechos cometidos por Maciel. La portavoz reconoce que el proceso de investigación "ha dejado a todos en estado de shock".
Una extensión son los clubes juveniles Faro (masculino) y Alpes (femenino), con 156 y 53 socios, respectivamente. Ofrecen apoyo escolar y entretenimiento. Faro tiene presencia en Valencia (una casa de pueblo incrustada en la manzana de las instalaciones deportivas de la Universitat de València por la que tiene que afrontar un último pago de 186.000 euros), Godella y Santa Bárbara, otra lujosa urbanización próxima a la ciudad. Alpes Valencia abrió en marzo de 2007.
La obra social de la Legión de Cristo se llama Fundación Altius, un paraguas que agrupa a las ONG Mano Amiga y IUVE (conocida sobre todo por la campaña Un kilo de ayuda, que se vendía en los grandes almacenes). La sede está desde hace unos años en pleno barrio de Orriols, un lugar con una elevada concentración de inmigrantes y donde ejerce de centro de participación social (cursos de idiomas y de reciclaje, talleres, atención a niños en horario extraescolar...) Con cuatro empleados y 32 voluntarios atiende a mil usuarios al año, enumera su coordinador, Santiago Fayos. El presupuesto anual es de 180.000 euros (sin contar proyectos de cooperación al desarrollo), de los que el 50% procede de convocatorias públicas de ayudas.
Nada indica en este bajo que estamos en una ONG católica. Ni símbolos, ni fotos. "No evangelizamos -afirma Fayos-, separamos la atención social de la religión". Tampoco, dice, se identifican como la obra social de los Legionarios ante los usuarios. "A los voluntarios sí que les explicamos que somos una entidad promovida por ellos".
Sus objetivos ahora en el Tercer Mundo son Honduras y Ecuador, aunque hace unos años (en 2005) la entonces consellera de Solidaridad Gema Amor viajó al pueblo de nacimiento de Maciel en México para visitar el centro de formación de mujeres que Mano Amiga había construido allí con ayudas de la Generalitat. "Un proyecto más", zanja el coordinador sin darle más trascendencia.
Eran otros tiempos, cuando la Legión de Cristo era la niña de los ojos de la Santa Sede y el entonces arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, se hacía fotos al visitar a los niños del seminario menor de Moncada. Cuando podían abrir también una universidad (la Francisco de Vitoria) en Madrid. Y cuando el nombre de políticos se asociaba a la institución (José María Michavila, Ana Botella, Daniel Sada...)
Semper Altius ("siempre más alto") es el lema del emblema de Cumbres. Un alto listón se presenta en estos tiempos a las instituciones de la Legión tras las drásticas decisiones del Vaticano.


No hay comentarios:

Publicar un comentario